Los primeros contactos comenzaron en 1992 con la firma un Acuerdo de Cooperación entre la Unión Europea y el reciente Mercado Común del Sur. Las tratativas continuaron durante los años siguientes y la voluntad de convergencia entre los bloques fue creciendo. Pero recién en el año 2000 la negociaciones se plantearon como meta la concreción de una convergencia comercial, tal como se anunció el pasado 28 de junio en Bruselas.
En esas dos décadas de negociaciones cada bloque fue planteando sus objetivos, siguiendo la hoja de ruta que ruta que trazaban los sectores económicos más consolidados en ambos lados del Atlántico. Por el lado del Mercosur, se priorizó el acceso al mercado europeo para la producción agroindustrial, especialmente carne bovina y biocombustibles. Por el lado de la UE, los objetivos fueron la apertura del mercado latinoamericano para sus bienes industriales, comercio de servicios, compras gubernamentales, la protección de los derechos de propiedad intelectual, y reconocimiento de las Indicaciones Geográficas de Origen para quesos, vinos y aceites, entre otros productos.
Para los países del Mercosur el acuerdo con la UE implicaba el riesgo de afectar negativamente el entramado manufacturero de Brasil y Argentina. Fue así, que durante las largas tratativas, los gobiernos de ambos países, acicateados por las respectivas representaciones industriales, intentaron incluir clausulas de protección al desarrollo nacional, que reconozcan las asimetrías existentes y otorguen un trato especial por tratarse de sectores en vías de desarrollo.
En el otro lado de la balanza, se encontraban las resistencias de la UE para no liberalizar completamente el mercado agroindustrial, que es donde mayores ventajas tiene el Mercosur. En su estrategia negociadora, los europeos establecieron que cualquier acuerdo estaría condicionado por la utilización de preferencias para determinados productos y cuotas exportación.
A pocos días del anuncio del acuerdo, las quejas que se van escuchando en Europa y Sudamérica, permiten comenzar a dibujar el mapa de ganadores y perdedores en este proceso de apertura comercial, que lejos del entusiasmo oficial, aún debe recorrer un largo camino para ser realidad.
Porqué ahora
Para el economista Diego Rubinzal, director del Centro de Estudios para el Desarrollo Económico Benjamín Hoppenhaym (CEDEBH) , el acuerdo se logra firmar por el cambio político que se produce en Argentina y Brasil. Consultado por El Sector, explica que "los gobiernos de Cristina y Dilma hacen un planteo muy fuerte sobre que tiene que ser una acuerdo equilibrado que respete las asimetrías que existen entre los dos bloques. Esta fue la causa principal por la que no pudo salir el acuerdo en 2010. Y hay otra importante, en este caso del lado europeo, donde hay un conjunto de países - capitaneados por Francia, Irlanda y Polonia - que no querían conceder beneficios en materia alimentaria para que nosotros no podamos exportarles productos primarios y así lograban proteger a sus productores".
Con el triunfo de Macri y Bolsonaro, "cambio todo el escenario político porque ambos presidentes resolvieron aceptar todos los requerimientos europeos, que son muchísimos y exceden ampliamente el tema comercial y arancelario. Hay un montón de otras cuestiones que están detrás de eso. Y frente a este cambio de los presidentes, las concesiones que hace la UE son mínimas. Por ejemplo, en el tema carnes, los gobiernos de Argentina y Brasil pedían un cupo de 300.000 toneladas, que es apenas el 3% del mercado cárnico europeo, y sin embargo les dieron 99.000 toneladas", agrega Rubinzal.
Advirtiendo que aún se conoce de información, el economista santafesino traza un balance provisorio, donde sostiene que "a cambio de pequeñas concesiones hubo una entrega de un conjunto de cosas que dejan como el pato de la boda al sector industrial".
Frente a este panorama, Rubinzal avizora un quiebre del frente empresario en su relación con el presidente Macri. Señala que, "desde la UIA, su presidente Miguel Acevedo habla bien del acuerdo, más allá de quejarse de la presión impositiva y la tasa de interés. Vemos que los grandes grupos concentrados, que tienen mayor espalda y una visión más librecambista en su concepción económica, van a ser interlocutores del gobierno. Pero también vamos a ver a otros sectores empresarios que saben que este acuerdo los condena y se van a resistir".
Lo problemático de esta situación, es que los sectores industriales potencialmente afectados son mano de obra intensivos (línea blanca, calzado, textiles), "ya vienen agredidos por la política de Macri y saben que este acuerdo con la UE los puede terminar de hundir".
En este sentido, el director del CEDEBH señala que la negociación este tipo de acuerdos de libre comercio debe estar acompañada de un estudio de impacto sectorial para que permita realizar un correcto análisis de la conveniencia o no de su firma. "Si Argentina lo hizo no lo ha mostrado y eso es grave", señala Rubinzal.
Traigan champagne
El presidente de la Sociedad Rural de Santa Fe, Ricardo Argenti, no puede disimular su alegría tras el anuncio del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. "Hoy podemos decir que el sector agropecuario es el que está en mejores condiciones de poder adaptarse porque ya está acostumbrado a comercializar conesta gente", celebra el dirigente agropecuario en dialogo con El Sector.
Para Argenti, "el gran desafió es agregarle valor a los productos, hay sectores que se van a beneficiar más que otros con este acuerdo, pienso en las economías regionales, el sector vitivinícola seguramente podrán manejarse con mayor solvencia porque ya tienen una cultura exportadora que es importante".
En esas dos décadas de negociaciones cada bloque fue planteando sus objetivos, siguiendo la hoja de ruta que ruta que trazaban los sectores económicos más consolidados en ambos lados del Atlántico. Por el lado del Mercosur, se priorizó el acceso al mercado europeo para la producción agroindustrial, especialmente carne bovina y biocombustibles. Por el lado de la UE, los objetivos fueron la apertura del mercado latinoamericano para sus bienes industriales, comercio de servicios, compras gubernamentales, la protección de los derechos de propiedad intelectual, y reconocimiento de las Indicaciones Geográficas de Origen para quesos, vinos y aceites, entre otros productos.
Para los países del Mercosur el acuerdo con la UE implicaba el riesgo de afectar negativamente el entramado manufacturero de Brasil y Argentina. Fue así, que durante las largas tratativas, los gobiernos de ambos países, acicateados por las respectivas representaciones industriales, intentaron incluir clausulas de protección al desarrollo nacional, que reconozcan las asimetrías existentes y otorguen un trato especial por tratarse de sectores en vías de desarrollo.
En el otro lado de la balanza, se encontraban las resistencias de la UE para no liberalizar completamente el mercado agroindustrial, que es donde mayores ventajas tiene el Mercosur. En su estrategia negociadora, los europeos establecieron que cualquier acuerdo estaría condicionado por la utilización de preferencias para determinados productos y cuotas exportación.
A pocos días del anuncio del acuerdo, las quejas que se van escuchando en Europa y Sudamérica, permiten comenzar a dibujar el mapa de ganadores y perdedores en este proceso de apertura comercial, que lejos del entusiasmo oficial, aún debe recorrer un largo camino para ser realidad.
Porqué ahora
Para el economista Diego Rubinzal, director del Centro de Estudios para el Desarrollo Económico Benjamín Hoppenhaym (CEDEBH) , el acuerdo se logra firmar por el cambio político que se produce en Argentina y Brasil. Consultado por El Sector, explica que "los gobiernos de Cristina y Dilma hacen un planteo muy fuerte sobre que tiene que ser una acuerdo equilibrado que respete las asimetrías que existen entre los dos bloques. Esta fue la causa principal por la que no pudo salir el acuerdo en 2010. Y hay otra importante, en este caso del lado europeo, donde hay un conjunto de países - capitaneados por Francia, Irlanda y Polonia - que no querían conceder beneficios en materia alimentaria para que nosotros no podamos exportarles productos primarios y así lograban proteger a sus productores".
Con el triunfo de Macri y Bolsonaro, "cambio todo el escenario político porque ambos presidentes resolvieron aceptar todos los requerimientos europeos, que son muchísimos y exceden ampliamente el tema comercial y arancelario. Hay un montón de otras cuestiones que están detrás de eso. Y frente a este cambio de los presidentes, las concesiones que hace la UE son mínimas. Por ejemplo, en el tema carnes, los gobiernos de Argentina y Brasil pedían un cupo de 300.000 toneladas, que es apenas el 3% del mercado cárnico europeo, y sin embargo les dieron 99.000 toneladas", agrega Rubinzal.
Advirtiendo que aún se conoce de información, el economista santafesino traza un balance provisorio, donde sostiene que "a cambio de pequeñas concesiones hubo una entrega de un conjunto de cosas que dejan como el pato de la boda al sector industrial".
Frente a este panorama, Rubinzal avizora un quiebre del frente empresario en su relación con el presidente Macri. Señala que, "desde la UIA, su presidente Miguel Acevedo habla bien del acuerdo, más allá de quejarse de la presión impositiva y la tasa de interés. Vemos que los grandes grupos concentrados, que tienen mayor espalda y una visión más librecambista en su concepción económica, van a ser interlocutores del gobierno. Pero también vamos a ver a otros sectores empresarios que saben que este acuerdo los condena y se van a resistir".
Lo problemático de esta situación, es que los sectores industriales potencialmente afectados son mano de obra intensivos (línea blanca, calzado, textiles), "ya vienen agredidos por la política de Macri y saben que este acuerdo con la UE los puede terminar de hundir".
En este sentido, el director del CEDEBH señala que la negociación este tipo de acuerdos de libre comercio debe estar acompañada de un estudio de impacto sectorial para que permita realizar un correcto análisis de la conveniencia o no de su firma. "Si Argentina lo hizo no lo ha mostrado y eso es grave", señala Rubinzal.
Traigan champagne
El presidente de la Sociedad Rural de Santa Fe, Ricardo Argenti, no puede disimular su alegría tras el anuncio del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. "Hoy podemos decir que el sector agropecuario es el que está en mejores condiciones de poder adaptarse porque ya está acostumbrado a comercializar conesta gente", celebra el dirigente agropecuario en dialogo con El Sector.
Para Argenti, "el gran desafió es agregarle valor a los productos, hay sectores que se van a beneficiar más que otros con este acuerdo, pienso en las economías regionales, el sector vitivinícola seguramente podrán manejarse con mayor solvencia porque ya tienen una cultura exportadora que es importante".
De todos modos, el dirigente reconoce que se trata de "un acuerdo de gobiernos que tiene que ser aprobado por los parlamentos de los países intervinientes. Recién ahí se va a conocer la letra chica y saber bien cuál es el alcance para los distintos sectores productivos que puedan llegar a estar involucrados en este intercambio comercial. Después vendrá todo el acondicionamiento de las condiciones productivas internas", agrega.
Argenti admite "que las preocupaciones del sector industrial podrían ser de todos, porque acá depende de cómo se maneje la letra chica y los acuerdos por sectores. Ahí juega la habilidad negociadora, porque por más habilitados que este un mercado, si yo no sé negociar mi producto no voy a poder sacar provecho de un acuerdo de este tipo".
"Al sector agropecuario le genera una muy buena expectativa porque es una apertura importante de mercados, pero no nos olvidemos de las asignaturas pendientes que tenemos en el sector primario, para lograr un aggiornamiento de la agroindustria que siempre por algún motivo esta postergado".
Para el representante de la Sociedad Rural, el acuerdo con la Unión Europea "tiene que ser acompañado por un gran acuerdo de la clase política y el poder sindical, para que se entienda que todo este proceso debe llevar a una apertura de mercados que permita dar más trabajo en la Argentina. Sino no vamos a poder salir de los indicadores de pobreza y desocupación que tenemos. Está visto que si se pudiera cerrar la economía y vivir con lo nuestro sería más fácil, pero la historia nos ha enseñado a patadas y mordiscones que no es así. Por eso no queda otra que abrirse al mundo, y esta es una muy buena oportunidad, porque es un mercado comprador fuerte".
Así y todo, Argenti no desconoce las condiciones actuales de la economía y advierte que "si el dólar sigue deprimido y la inflación en los niveles que está no se va a poder exportar porque los costos internos son muy altos. También hay cuestiones laborales que arreglar y cuestiones de eficiencia en las industrias que ajustar, pero esos son los desafíos que tenemos por delante".
En esa línea, el dirigente rural sabe de los cuestionamientos ambientales al modelo productivo argentino y espera que estas cuestiones puedan quedar resueltas cuando se avance en las negociaciones. "El tema de los transgénicos no es un problema de los agricultores sino de ambientalistas y de la gente que le tiene mucha idea a los transgénicos. Alrededor de este tema hay un montón de cuestiones políticas que tergiversan la realidad. Está comprobado científicamente que no son malos pero hay gente que los sigue rechazando. Que hacemos entonces, no los utilizamos, no usamos glifosato y volvemos a niveles de producción de soja de hace 40 años".
"Hay un mundo que requiere alimentos, somos productores de alimentos por excelencia, esto significa agroindustria y polos de desarrollo que son los que necesita el país. Nosotros lo que decimos es bienvenido sea este acuerdo, ahora vamos a ver como lo podemos instrumentar y llevar adelante", sentencia el presidente de la Sociedad Rural de Santa Fe.
El pato de la boda
Lejos del optimismo del sector agropecuario, desde la Unión industrial de Santa Fe, su presidente Javier Martín sostiene que "en el Congreso esperamos discutir clausula por clausula a la luz de los intereses de la Argentina, para que el acuerdo nos ayude a crecer y ser un país más inclusivo. Y en función de eso aceptar o no el acuerdo que se proponga".
En dialogo con El Sector, el dirigente fabril pondera que "los acuerdos son positivos porque permiten acceder a mercados y expandir tu oferta a consumidores que de otra manera seria más difícil llegar. Europa tiene un mercado de 500 millones de consumidores. Desde esta perspectiva es muy bueno que se puedan hacer acuerdo comerciales".
Argenti admite "que las preocupaciones del sector industrial podrían ser de todos, porque acá depende de cómo se maneje la letra chica y los acuerdos por sectores. Ahí juega la habilidad negociadora, porque por más habilitados que este un mercado, si yo no sé negociar mi producto no voy a poder sacar provecho de un acuerdo de este tipo".
"Al sector agropecuario le genera una muy buena expectativa porque es una apertura importante de mercados, pero no nos olvidemos de las asignaturas pendientes que tenemos en el sector primario, para lograr un aggiornamiento de la agroindustria que siempre por algún motivo esta postergado".
Para el representante de la Sociedad Rural, el acuerdo con la Unión Europea "tiene que ser acompañado por un gran acuerdo de la clase política y el poder sindical, para que se entienda que todo este proceso debe llevar a una apertura de mercados que permita dar más trabajo en la Argentina. Sino no vamos a poder salir de los indicadores de pobreza y desocupación que tenemos. Está visto que si se pudiera cerrar la economía y vivir con lo nuestro sería más fácil, pero la historia nos ha enseñado a patadas y mordiscones que no es así. Por eso no queda otra que abrirse al mundo, y esta es una muy buena oportunidad, porque es un mercado comprador fuerte".
Así y todo, Argenti no desconoce las condiciones actuales de la economía y advierte que "si el dólar sigue deprimido y la inflación en los niveles que está no se va a poder exportar porque los costos internos son muy altos. También hay cuestiones laborales que arreglar y cuestiones de eficiencia en las industrias que ajustar, pero esos son los desafíos que tenemos por delante".
En esa línea, el dirigente rural sabe de los cuestionamientos ambientales al modelo productivo argentino y espera que estas cuestiones puedan quedar resueltas cuando se avance en las negociaciones. "El tema de los transgénicos no es un problema de los agricultores sino de ambientalistas y de la gente que le tiene mucha idea a los transgénicos. Alrededor de este tema hay un montón de cuestiones políticas que tergiversan la realidad. Está comprobado científicamente que no son malos pero hay gente que los sigue rechazando. Que hacemos entonces, no los utilizamos, no usamos glifosato y volvemos a niveles de producción de soja de hace 40 años".
"Hay un mundo que requiere alimentos, somos productores de alimentos por excelencia, esto significa agroindustria y polos de desarrollo que son los que necesita el país. Nosotros lo que decimos es bienvenido sea este acuerdo, ahora vamos a ver como lo podemos instrumentar y llevar adelante", sentencia el presidente de la Sociedad Rural de Santa Fe.
El pato de la boda
Lejos del optimismo del sector agropecuario, desde la Unión industrial de Santa Fe, su presidente Javier Martín sostiene que "en el Congreso esperamos discutir clausula por clausula a la luz de los intereses de la Argentina, para que el acuerdo nos ayude a crecer y ser un país más inclusivo. Y en función de eso aceptar o no el acuerdo que se proponga".
En dialogo con El Sector, el dirigente fabril pondera que "los acuerdos son positivos porque permiten acceder a mercados y expandir tu oferta a consumidores que de otra manera seria más difícil llegar. Europa tiene un mercado de 500 millones de consumidores. Desde esta perspectiva es muy bueno que se puedan hacer acuerdo comerciales".
Pero advierte que "en este caso el bloque de la Unión Europea y el bloque Mercosur presentan asimetrías significativas. Nos quintuplica en su PBI, tiene un conglomerado industrial y tecnológico sumamente desarrollado, y con economías de escala monstruosas. En cada rubro que se busque vamos a encontrar multinacionales europeas que tienen dimensiones y niveles de desarrollo para nada comparables a lo que es la realidad de las empresas del tejido industrial brasilero o argentino".
"Desde esta perspectiva el concepto de asimetrías es muy importante y debería estar en el acuerdo, y lo que vemos es que no está. De hecho, el tema de las asimetrías es lo que demoró mucho las negociaciones. Hasta el 2013 y 2014 tanto Argentina como Brasil querían que este concepto de las asimetrías este contemplado en el acuerdo mientras la Unión Europea no quería. Ahora este reclamo se dejó de lado y se marcha hacia un acuerdo entre supuestas partes iguales, y esto es lo que nos preocupa".
En relación a lo que se conoce del acuerdo, el presidente de la Unión Industrial de Santa Fe, sostiene que "preocupa la liberalización del 90% de las posiciones arancelarias, sobre todo porque el principal mercado de exportación para Argentina es Brasil y con este acuerdo cualquier producto europeo queda en las mismas condiciones que los nuestros. Y eso es un serio riesgo, por ejemplo para las autopartes".
Agrega que "hay estudios de impacto hechos por la Cancillería argentina en 2007 y 2008 que llegaron a la conclusión de que era mejor reforzar las políticas de promoción de exportaciones a Brasil y China, que eran nuestros principales compradores, y que en ese contexto la Unión Europea no era una prioridad".
Por este motivo, lamenta que para la firma de este acuerdo no se hayan actualizado los estudios de impacto. "Antes de firmar el gobierno debería haber conversado con los sectores económico que iban a ser significativamente impactados por el acuerdo para tener claro a donde nos están conduciendo", señaló.
De todos modos, el dirigente manifiesta que no le sorprende este comportamiento del gobierno de Mauricio Macri. "Desde el estado nacional no hay una política industrial clara, ni hay esfuerzo para desarrollar la industria, al contrario, esta política ha sido desindustrializadora. De hecho hemos perdido actividad industrial y empresas industriales como hacía muchos años que no pasaba. En ciencia y tecnología se ha producido una desinversión fenomenal tanto en el Conicet como en aquellos organismos que transmiten tecnología al sector productivo como el INTA y el INTI. Entonces, si el objetivo era llegar a este acuerdo con la Unión Europea el camino tendría que haber sido el inverso, incrementando el presupuesto para la investigación en ciencia y tecnología, sin embargo estamos retrocediendo".
En este sentido, advierte que "este acuerdo está hecho a la medida de los intereses europeos en materia de propiedad intelectual, sobre todo la industria agroquímica y la industria farmacéutica, y ahí tenemos que tener cuidado, porque así tal como está la producción de medicamentos genéricos está dañada de muerte y con eso el acceso al medicamento para gran parte de nuestra población".
Martín recuerda, "que el gobierno cuando asumió sacó las retenciones y duplicó el valor del dólar, y claramente el sector beneficiado fue el agro. Está bien que el campo produzca más y venda más, pero con eso no nos alcanza como país sino tenemos un aparato productivo industrializado que genere valor e inclusión social a través de un empleo calificado y bien pago, que a su vez genere demanda interna que movilice a la industria, produciendo un ciclo virtuoso como hacen los países industrializados del mundo".
"Está muy bien que tengamos mayor producción agrícola pero eso no alcanza para alimentar a 45 millones de argentinos", sentencio.
Lo cierto es, que a partir de los anuncios oficiales, y los discursos que surgieron en respaldo al acuerdo Mercosur - Unión Europea, se refuerza el proyecto estratégico esbozado desde los primeros tiempos del PRO, donde estos tratados de libre comercio son la llave para consolidar una economía Argentina especializada en sectores con ventajas comparativas, como el agronegocio, la minería y la energía. Sin espacio para el entramado industrial ni un mercado interno pujante apoyado en buenos salarios. Un país con pocos ganadores y muchos perderos.
Autor: Pablo Bosch - Santa Fe, 15 de julio de 2019
"Desde esta perspectiva el concepto de asimetrías es muy importante y debería estar en el acuerdo, y lo que vemos es que no está. De hecho, el tema de las asimetrías es lo que demoró mucho las negociaciones. Hasta el 2013 y 2014 tanto Argentina como Brasil querían que este concepto de las asimetrías este contemplado en el acuerdo mientras la Unión Europea no quería. Ahora este reclamo se dejó de lado y se marcha hacia un acuerdo entre supuestas partes iguales, y esto es lo que nos preocupa".
En relación a lo que se conoce del acuerdo, el presidente de la Unión Industrial de Santa Fe, sostiene que "preocupa la liberalización del 90% de las posiciones arancelarias, sobre todo porque el principal mercado de exportación para Argentina es Brasil y con este acuerdo cualquier producto europeo queda en las mismas condiciones que los nuestros. Y eso es un serio riesgo, por ejemplo para las autopartes".
Agrega que "hay estudios de impacto hechos por la Cancillería argentina en 2007 y 2008 que llegaron a la conclusión de que era mejor reforzar las políticas de promoción de exportaciones a Brasil y China, que eran nuestros principales compradores, y que en ese contexto la Unión Europea no era una prioridad".
Por este motivo, lamenta que para la firma de este acuerdo no se hayan actualizado los estudios de impacto. "Antes de firmar el gobierno debería haber conversado con los sectores económico que iban a ser significativamente impactados por el acuerdo para tener claro a donde nos están conduciendo", señaló.
De todos modos, el dirigente manifiesta que no le sorprende este comportamiento del gobierno de Mauricio Macri. "Desde el estado nacional no hay una política industrial clara, ni hay esfuerzo para desarrollar la industria, al contrario, esta política ha sido desindustrializadora. De hecho hemos perdido actividad industrial y empresas industriales como hacía muchos años que no pasaba. En ciencia y tecnología se ha producido una desinversión fenomenal tanto en el Conicet como en aquellos organismos que transmiten tecnología al sector productivo como el INTA y el INTI. Entonces, si el objetivo era llegar a este acuerdo con la Unión Europea el camino tendría que haber sido el inverso, incrementando el presupuesto para la investigación en ciencia y tecnología, sin embargo estamos retrocediendo".
En este sentido, advierte que "este acuerdo está hecho a la medida de los intereses europeos en materia de propiedad intelectual, sobre todo la industria agroquímica y la industria farmacéutica, y ahí tenemos que tener cuidado, porque así tal como está la producción de medicamentos genéricos está dañada de muerte y con eso el acceso al medicamento para gran parte de nuestra población".
Martín recuerda, "que el gobierno cuando asumió sacó las retenciones y duplicó el valor del dólar, y claramente el sector beneficiado fue el agro. Está bien que el campo produzca más y venda más, pero con eso no nos alcanza como país sino tenemos un aparato productivo industrializado que genere valor e inclusión social a través de un empleo calificado y bien pago, que a su vez genere demanda interna que movilice a la industria, produciendo un ciclo virtuoso como hacen los países industrializados del mundo".
"Está muy bien que tengamos mayor producción agrícola pero eso no alcanza para alimentar a 45 millones de argentinos", sentencio.
Lo cierto es, que a partir de los anuncios oficiales, y los discursos que surgieron en respaldo al acuerdo Mercosur - Unión Europea, se refuerza el proyecto estratégico esbozado desde los primeros tiempos del PRO, donde estos tratados de libre comercio son la llave para consolidar una economía Argentina especializada en sectores con ventajas comparativas, como el agronegocio, la minería y la energía. Sin espacio para el entramado industrial ni un mercado interno pujante apoyado en buenos salarios. Un país con pocos ganadores y muchos perderos.
Autor: Pablo Bosch - Santa Fe, 15 de julio de 2019
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